Este cuerpo de obra surge desde una reflexión de un medio de incertidumbre visual, consiste en un ejercicio de traducción desde la pintura de un material inquietante por su cualidad traslucida. Este objeto, desde ahora, lo denominaremos cuerpo de cristal.
En la imagen, este cuerpo se encuentra suspendido no presentando evidencia de suspensión material, es decir, el objeto flota aparentemente en el vacío.
La elección de dicho cuerpo no resulta una idea antojadiza, sino que refiere en su simpleza a la idea de contención de una sustancia inmaterial. El concepto común del contener entrega, implícitamente, una idea de lo contenido; por ejemplo, al mencionar salero se subentiende que este objeto contiene sal. En este caso, dicha certeza es desechada de forma voluntaria, este objeto extraído de su cotidianidad ya no contiene nada realmente percibido, pero se materializa como aire. De esta manera, se reafirma la idea de lo traslúcido como una instancia dudosa, que interpela y desestabiliza, pero que existe. El objeto separado de todo su contexto de realidad y/o utilidad cotidiana, se presenta solamente desde su propiedad material: transparencia.
En este sentido, si la pintura resulta ser proceso de observación que traduce a manualidad lo percibido ¿cómo traducimos mediante la pintura, un estado de sutileza y transparencia tal, que revele lo intangible?